JOSE ROBERTO TRIVIÑO
ARTESANO CONSTRUCTOR DE EMBARCACIONES A ESCALA
Contacto: +56 9 9899 5396, +56 9 9904 6508 (teléfono Señora Anita)
A los 13 años, 43 atrás, hizo su primera embarcación a escala, imitando a su padre, quien junto a un amigo carpintero de ribera, hacía botes de verdad. La idea partió con un juguete propio, que tenía que funcionar en el agua y por lo mismo, ser hermético, igual que un bote normal. Además, debía funcionar a vela, y con un timón para jugar en el mar. Una vez fabricado el bote, se lo compró un profesor de Linao, y se dio cuenta, a esa edad, que ese juguete podría significar un ingreso. Actualmente, en su familia, nadie participa del oficio y sólo él continúa interesado.
Refiere que a su nieta le gusta ver cómo trabaja en el taller, y que "tal vez por ahí salga una artista”. Sin embargo, siente que cuando muera nadie más va a seguir con su trabajo; por lo mismo, le gustaría mucho que alguno de sus hijos lo practicara, y aún tiene esperanzas de que salga un "nieto hombre por ahí que le haga empeño". No obstante, ve que la juventud ya no tiene su misma motivación, porque no conocieron los botes a vela. Ahora es todo a motor y no hay encanto. Hoy en día su mayor estímulo es el recordar y tratar de mantener las antiguas embarcaciones a vela que recorrían los canales de Chiloé.
El procedimineto es igual que el llevado a cabo en una embarcación normal. Se comienza
cortando la madera en el monte (preocupándose de sacar lo árboles viejos y dejar los jóvenes y los pequeños); después, las maderas en bruto, son dimensionadas con su banco de sierra.
Luego arma la quilla, el codaste con el espejo y la roda (parte frontal donde va el espolón). Una vez hecho esto, pone las cuadernas, una para a cada lado, formando la imagen especular, para que no quede chueco el casco. Cuando ya está listo el esqueleto, que es lo que lleva más trabajo, se procede al entable del casco, proceso para el cual debe hervir cada una de las tablitas para así poder doblarlas. Luego, se monta la cubierta si es que lleva, se ponen los mástiles, las velas, las pitas y el espolón. Se estopa, se pone macilla, se lija y se pinta con brea o barniz, si lo piden así para resaltar las maderas nobles.
Utiliza maderas de los árboles nativos presentes en su campo, como el ciruelillo (Embothrium coccineum), arrayán (Luma apiculata) y avellano( Gevuina avellana). También compra el mañío (Podocarpus nubigena) y el alerce (Fitzroya cupressoides), este último sólo de vez en cuando, ya que ahora es muy caro. Comenta que casi todos los tipos de madera le sirven, porque la gran mayoría de clientes no quiere el bote para ponerlo en el agua y muchas veces van pintados.
Trata de transmitir “el rescate de ese elemento, que no se olvide lo natural de cómo fuimos, que se rescate lo antiguo, que no se pierda. Da mucha pena mirar ahora los canales y no ver las goletas”. La lancha chilota es un verdadero símbolo de Chiloé, sobre todo porque antes todos se movilizaban en lancha, pues era la única forma de comunicarse entre islas y pueblos.
Él mismo, o su padre, tuvo una embarcación a vela. Le gusta ir a ferias fuera de Chiloé para generar contactos, así, después, trabaja por pedidos y puede mantenerse en el campo, lugar en el que prefiere vivir. Sabe que a estas alturas si quisiera vivir sólo de las embarcaciones, lo podría hacer perfectamente gracias a su cartera de clientes, sus contactos, el apoyo de la municipalidad de Quemchi y la fama que ha logrado y por la que es buscado por turistas y organizadores de ferias, pero quiere seguir viviendo del trabajo de la tierra.
Aunque el precio al que vende es alto, no es obstáculo, ya que prima ante todo el reconocimiento por la cualidad y calidad del producto. Por ejemplo, importa el hecho que sus botes sean réplicas exactas a escala, y no estén confeccionadas con un casco macizo, como otros lo hacen.
Isla Caucahue, Comuna de Quemchi.
"Artesanos Maestros vigentes en su oficio, Chiloé". Proyecto Fondart 2007